Todo valió la pena. ¡Por fin! tenía de frente a Bonifacio Carrera quién asesinó a los pilotos españoles del avión “Cuatro Vientos”.
Los días de espera, el miedo a lo desconocido y el esfuerzo físico desaparecieron en cuanto el camarógrafo Carlos Romero me pasó el micrófono con el logotipo de canal 13.
¿Por qué los mató? Lance la pregunta como dardo. Como cazador que no quiere perder a su presa y sabe que tiene la oportunidad de un solo tiro.
-No se de que me habla, yo no mate a nadie respondió con serenidad aparente. Me calumniaron agregó.
Con los brazos cruzados intentó desviar el tema de la entrevista y fingió que no comprendía el idioma español.
-Fueron Sixto Carrera y Luis Rico quienes levantaron la mentira en mi contra. Yo no tenía porque matar a nadie. No es cierto.
Fue una entrevista muy difícil, pues estábamos rodeados de numerosos habitantes de la zona de Matzozongo.
Reconoció que meses después llegó a la región un grupo de gente extraña, entre ellos un diputado y varios policías.
-Esas “gentes” me llevaron a la capital, pero no hubo nada, insistió. Yo vendí mi cafetal de la Guacamaya y por envidia me acusaron de asesinar a los españoles.
Fue inesperado estar frente a Bonifacio Carrera, pues los habitantes de la región afirmaban que “ya tenía años de muerto” sin embargo el General del Ejercito Mexicano, Gregorio Guerrero Caudillo logró descubrir su paradero y lo presentó ante las cámaras de Canal 13.
En esos momentos se arremolinaron en mi cabeza los recuerdos de los días anteriores, hasta de los meses, cuando Jesús Salcedo habló de sus investigaciones sobre el “Cuatro Vientos”.
Yo sabía de Charles Lindbergh y que fue el primero en cruzar el Atlántico, pero de la aventura de los españoles no sabía nada. Por eso me agradó el tema.
Solicité el apoyo del Secretario de la Defensa Nacional, del General Félix Galván López para llegar a la zona donde cayó el “avión con los españoles” y también se interesó por lo que ordenó al General Gregorio Guerrero Caudillo diseñar el operativo “cuatro Vientos”.
De inmediato formó el equipo de análisis. Diseño de la estrategia para llegar al lugar con personal militar suficientemente entrenado para garantizar la protección de los reporteros y camarógrafos que integraban el equipo.
El General Secretario consideró conveniente facilitar su propio helicóptero. Un bell 205, además de otros dos para transportar alimentos y al personal militar. Recomendó llevar despensas para repartir entre los habitantes de la zona de Matzozongo, pues las investigaciones revelaban que se trataba de “gente muy desconfiada y violenta, que a la primera provocación sacaba el machete”.
También nos entrenaron en el uso de anticrotálicos porque la región esta infestada de todo tipo de serpientes, especialmente la “palanca” y “la cuatro narices”. Aprendí como debía aplicarme las inyecciones y que debía hacer un torniquete, mientras llegaba la ayuda.
El Primer Regimiento de Infantería Blindada fue designado para la misión axial como el personal del escuadrón 209 de la Fuerza Aérea Mexicana, al mando del General de Brigada, Carlos Ramírez Jáuregui.
Fueron varios los días de espera, pues el servicio meteorológico de la Fuerza Aérea Mexicana informaba que el mal tiempo y las espesas nubes impedían llegar a la Guacamaya con seguridad.
¡Por fin la autorización para iniciar el operativo! Un avión Arava, un C-47. Dos helicopetos Bell-202 y el helicóptero bell 206 del Secretario de la Defensa Nacional movilizaron a todos: Soldados, camarógrafos, reporteros, policías militares, cocineros, médicos. Era increíble la magnitud del equipo en el operativo “Cuatro Vientos”.
Más sorprendente fue observar desde el helicóptero grandeza de la región: tapizada de vegetación desarrollada. Nunca antes había visto tantos árboles pegados unos con otros que no dejaban ver el suelo.
Al aterrizar en la Guacamaya el General Gregorio Guerrero Caudillo organizó la investigación y la búsqueda de los restos del avión “Cuatro Vientos y sus tripulantes”.
Los pobladores recelosos no decían nada y sólo agradecían la despensa que fue repartida entre todos los habitantes. Pero nadie quería hablar. Levantaban los hombros cuando se les preguntaba respecto a los “pilotos gachupines”
Mi compañero Jesús Salcedo ya conocía la región por las numerosas visitas que había realizado, lo que facilitó encontrar a la gente que podría revelar el “secreto”.
Fue así que supimos que en 1933 se estrellaron en la copa de un gran árbol los españoles Mariano Barberan y Joaquín Collar. Que Bonifacio Carrera acudió al lugar del accidente, llevó a los pilotos a su casa, pero al observar su vestidura de piel, especialmente las botas, decidió obtenerlas a cualquier costo.
Al día siguiente los mató y llego a su casa con dos maletas de “cuero”, reveló su esposa en una conversación que sostuve con ella después de la entrevista con Bonifació Carrera.
“Yo le pregunte de donde había sacado esas maletas y en donde están los españoles” pero se metió a la casa de su mamá” agrego la mujer que aceptó después hablar frente a las cámaras de la televisora “Canal 13”.
Recordó que cuando llegaron los investigadores de “la Capital” colgaron de “los pelos” a la madre de Bonifacio Carrera para que confesara el crimen y en donde había enterrado a los pilotos”.
El misterio fue descorriéndose poco a poco. Por ello el General Gregorio Caudillo rindió un el parte militar que, efectivamente el “Cuatro Vientos” llegó a territorio mexicano y se estrelló en la zona conocida como “Guacamaya”.
Por eso no me explico porque hay dudas. Porqué hay voces que afirman lo contrario. Aseguran que cayó al mar. Que no cumplieron con su propósito.
Tal vez el desconocimiento, la envidia o intereses personales de personas sin escrúpulos prefieren negar el triunfo a dos militares españoles que cumplieron con su misión. Cruzar Atlántico y llegar a México.
Después de estar en la región, de observar la magnitud de naturaleza y conocer los peligros que superaron esos dos hombres en un pequeño avión considero que ellos son héroes. Pocos son como ellos.